03 enero 2006

No me creía capaz

Perdí la virginidad después de llevar saliendo una buena temporada con mi novio. Ahora que lo pienso no sé cómo aguantamos tanto tiempo sin follar. Nos masturbábamos, hacíamos sexo oral y todo lo que se os ocurra, todo... excepto meterla. Yo estaba acojonada.

Muy de cuando en cuando me liaba con otros chicos, pero nunca llegué a acostarme con ellos. Follar con otro que no fuese EL me parecía una traición. Podía besarles y hacerles casi cualquier cosa, yo también me dejaba hacer casi de todo... excepto meterla. Ya no es que tuviese miedo, sino que pensaba que los remordimientos no me iban a dejar vivir.

Un día paso, no sé cómo ni porqué con aquel chico y no con otros. Habíamos ido al cine a ver una película francesa. Empezamos a besarnos y nos pusimos a cien. Yo no llevaba bragas porque él me lo había pedido, y aunque yo no le había dicho nada, él tampoco llevaba calzoncillos.

Empezó a hacerme un dedo como a mí me gusta. Muy despacio primero, aumentando poco a poco el ritmo. Me pellizcaba el clitoris sin dejar de besarme. Me mordía las tetas..., el muy cabrón sabe que me vuelve loca que me muerdan las tetas. Que me cojan los pezones con los dientes y estiren despacito.

Hacía un rato que yo ya me había enchufado a su polla. A. tiene la polla normal, ni muy grande ni muy gruesa pero me encanta chupársela porque se nota que él disfruta.

La película no le había llamado la atención a nadie más que a nosotros y a un grupo de tres amigos que estaban varias filas más alante. No pensamos ni por un minuto en el revisor...

Dejé de chupársela para remangarme la falda y sentarme encima. Él mientras se puso un condón. Yo estaba tan mojada que aquello entró a la primera. Me palpitaba el clitoris y sentía que iba a volverme loca. La butaca era demasiada estrecha para los dos, muy incómoda. Me mordía las tetas y el cuello, otra vez las tetas...

Me levantó y me llevó de la mano detrás de la última fila, en el pasillo que queda contra la pared. Me puso contra la pared y me pegó un azote. Luego me la metió por detrás mientras me tiraba del pelo. Nos corrimos practicamente a la vez.

Es curioso que cuando lo intentas hacer adrede, cada uno se corre cuando le da la gana.

Nos volvimos a sentar en la butaca como si no hubiese pasado nada, y a juzgar por nuestras caras de felicidad, los revisores, debieron pensar que nos encantó la película. Supongo que cuando encontraron el condón que se nos olvidó dentro, ataron cabos...

Nunca me arrepentí de aquello y no sentí remordimientos. Al fin y al cabo no hubo amor.

3 comentarios:

Click dijo...

te comprendo, lo del amor y el remordimiento, y comparto, pero prefiero la cama.

Click

Anónimo dijo...

Qué relato más rico....

;)

Rafa dijo...

Al fin y al cabo no hubo amor... ¿acaso es algo malo?