07 julio 2005

Noche mojada


No podía dormir. El calor lo hacía imposible. Se acercó a la ventana y se puso a mirar.
El notó su ausencia, abrió los ojos y la vio allí, de espaldas, tan suave, tan dulce. Inmediatamente su miembro dormido despertó produciéndole una gran erección. Necesitaba follarla en ese mismo momento. Su cuerpo no respondía, estaba dormido, pero su polla pedía que se despertara rápidamente, antes de que ella se girara, antes de que ella notara su intención.
Se levantó silencioso, acercándose, y desde la espalda acarició con su pene el culo de ella. Ella dio un respingo, e hizo ademán de girarse, pero el la sujetó, acariciando fuertemente sus pechos, y no permitiendola mirar. Siguió jugueteando con su polla sobre la nalga, sus manos tomaron las nalgas de ella abríendolas, colocando su polla entre ellas, y masajeándola de arriba abajo, despacio, cerrando las nalgas para notar la presión sobre el miembro.
Ella se sentía poseída, se sentía a expensas de lo que a el se le ocurriera. Le gustaba la sensación de no saber qué era lo siguiente, dejarse llevar por las sensaciones.
Las manos de el volvieron a abrir las nalgas, esta vez con un poco más de fuerza, dejando ver el ano, cerrado, musculoso. Estaba depilado, le encantaba su ano, tenía un músculo fuerte, y cuando metía su polla en el interior ese músculo se cerraba, presionando, con fuerza, como si no quisiera que saliera nunca de su interior. Metió la polla en la vagina, húmeda y lista para la penetración, y mientras, preparaba la penetración anal, esa que tanto le excitaba, y sólo con pensarlo era capaz de correrse.
Con los dedos comenzó a abrir la zona, primero despacio, acompasando la penetración vaginal, luego un poco más deprisa, luego un poco más despacio. Metió otro dedo más, y luego otro, continuando los movimientos de dentro a fuera, igual que su polla se metía y salía de su coño, que goteaba de placer.
Era el momento, sacó su polla, a punto de estallar, y comenzó a penetrarla analmente, los dedos lo habían dejado preparado, y la polla estaba bien lubricada, con los jugos que la vagina había dejado. Y se la metió, se la metió hasta el fondo, bien profunda. Al mismo momento, acariciaba el clítoris, deprisa, metía sus dedos el la vagina, y los sacaba, volvía a acariciar su clítoris, hinchado, excitado.
Los gemidos de ella eran apasionados, de placer, de gusto, de deseo. Su boca ardía, deseaba saborear el placer, lamerlo
. Pero no aguantaba más, se corría, se corría, se corría…si, si si siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me corro, me corro, me corro siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, juas entra mi jefe en la oficina

laceci dijo...

veo que me has echado de menos....
XD

R dijo...

Y yo sin leer esto !!!

Madre mía, qué calentón, con el día eufórico que tengo !!!

Me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh

fissssch, fisssssch, fissssssch