Fernando tiene unos ojazos azules donde ahogarse y una
cara de vicio, que te lo imaginas montándote y haciéndote sudar toda la noche. Trabaja en el departamento de soporte técnico y coincidimos a veces por los laboratorios.
Nos conocemos desde hace bastante tiempo y hace unos días, en una fiesta de la empresa, habíamos estado tonteando más de lo normal. El otro día, por diversas circunstancias, nos vimos obligados a trabajar en un tema urgente y a permanecer muy tarde en la oficina. El me tenía que contar la situación para que hicieramos un plan de proyecto. Yo escuchaba atenta sus explicaciones, bueno, más bien
miraba sus labios gruesos, sus ojazos azules y oía su voz, aunque no me estaba enterando de nada, pero asentía con la cabeza de vez en cuando.
El se dió cuenta de que no le hacía
ni puto caso y me miró desafiante. Yo le mostraba mi escote generoso, quizá más generoso que de costumbre para provocarlo. Necesitaba que saltara sobre mí.
Decidimos salir a tomar un café, a la máquina y empezamos a hablar de la gente de la oficina y de sus lios, acabamos
hablando de sexo en la oficina. Yo nunca lo había hecho en la oficina. Mi asco al trabajo, hace que me atraiga esa idea bastante poco. El me contó que había tenido una experiencia de ese tipo, que había sido muy excitante. Le dije que me apetecía mucho, pero que quería que me sorprendiera.
Volvimos al cubículo y nos sentamos en mi mesa. Me dijo que me quitara el sujetador y lo guardara en el cajón. Lo hice y el comenzó a tocarme las tetas por encima de la camisa,
rozaba con el dorso de su mano el contorno de mi pecho. Muy despacito, me producía escalofríos.
Se puso de pie, detrás de mí y comenzó a tocarme las tetas por la parte que asomaba el escote, me besaba en el cuello y lo lamía hasta llegar al lóbulo de la oreja. Me metía su lengua dentro mientras
me susurraba que quería follarme. Luego se sentó a mi lado y puso mi mano encima de su paquete, lo tenía hinchado, palpitante por encima de la ropa. Nos arrimamos a la mesa, cada uno en su silla. El metió la mano por debajo de la mesa y empezó a tocarme el coñito por fuera, por encima del tanga que alcanzaba con sus dedos bajo mi falda. Yo hacía lo mismo por encima de su paquete. Estaba bastante empalmado. Me gustó mucho sentir su excitación en mi mano y su mano rozando la tela sobre mis labios excitados.
Llevaba falda y medias con portaligas, él acariciaba el interior de mis muslos hasta llegar al centro, se paraba a jugar con sus dedos y volvía a bajar por la otra pierna. Me estaba notando cada vez más húmeda, había empezado a bajarle la cremallera del pantalón. Le desabroché también el botón y
emergió su polla como un paraguas, cubierta con un boxer de algodón blanco. Busqué la cinturilla y se la remangué hasta dejarla por debajo de sus pelotas. No tenía un gran aparato, pero se veía perfecto, tan hinchado, con ese glande tan brillante. Era precioso.
Empecé a meneársela y noté el olor a macho que
sólo las tías notamos, ese olor a polla caliente, limpia y excitada. Un olor que decía "cómeme perra, me deseas.". Mi parte más salvaje sintió esa llamada y comenzó a notar que salivaba. Mientras tanto el seguía marcando mis pezones con sus dedos, besando mi cuello y con su mano perdida bajo mi falda. Deseaba comérsela, pero no quería que notara mi hambre.
El lo notaba en mi calor y en mi humedad, su mano hacía movimientos de follar sobre mi coño, acelerados por mis meneos en su palanca. Nos besábamos, sus manos no paraban quietas, mi mano sin polla estaba perdida bajo su camiseta,
arañando los rizos de su pecho. Me la quería comer.
Aparté sus manos, la cogí y me la metí en la boca. Estaba muy caliente, muy suave. Notaba la sangre circular por sus venas en la superficie de mi lengua. Me la metí hasta adentro y volví a salir. Me detuve jugueteando en el glande, metido en mi boca y atacado con
salvajes aleteos de mi lengua. Era muy suave cuando se hinchaba. Bajé por el contorno de la polla, dibujando todo su perimetro con mis labios, le hice un meneo con la boca, agarrándola con fuerza. Volví a subir y me la metí hasta la garganta. La apretaba fuerte con los labios mientras la lengua seguía nerviosa su ritmo frenético por su cuerpo. Arriba y abajo. Llegaba a la garganta y me la quería tragar, subía otra vez. Arriba y abajo. Le oía gemir y me estimulaba a seguir con más pasión, era mi premio.
Déjame que te folle - Dijo él.
Tuvo que oir
mis labios aplaudiendo de júbilo por aquella idea. Me subió la falda hasta la cintura y me puso de rodillas sobre mi silla mirando hacia el respaldo. Saqué un condón de mi bolso y se lo ofrecí. Mientras se lo ponía, me quité el tanga y lo dejé en el cajón junto al sujetador. Estaba bastante mojadita. Oí su cinturón golpeando el suelo cuando el pantalón cayó hasta sus tobillos. Eso me hizo estremecer. Llegó, me separó las piernas y me la metió con cuidado. Al ver que entraba sin dificultad, agarró mi cintura, y comenzó a follarme con rapidez, la silla iba y venía con facilidad. Sus rueditas giraban sobre el suelo ayudando a las embestidas. Le oía gemir cada vez más alto, yo misma me unía a sus gemidos con cada pollazo, cada vez más fuerte, más profundos.
mmmmmmm...me encanta...qué gustazo....dale más rápido, cabrón!!
Aceleró mucho,
notaba casi ardiendo nuestras pieles al rozarse, sus embestidas eran completas, notaba sus pelotas dándome golpes atrás...plas...plas...plas...
Sus gemidos se fueron convirtiendo en aullidos..
aaah!!...que me corro...aaah...ahhh...aaaaaah!!Noté llenarse el condón en mi interior mientras él cayó sobre mi espalda exhausto, me había dejado (el muy cabrón) a puntito a punto de tener un orgasmo.
Cabrón!! termínalo!!El se quitó el condón, me sentó sobre la mesa, apartando el teclado y el ratón y se arrodilló ante mí. Su boca estaba a la altura de mi sexo, excitado y abierto, le rogaba ser follado de nuevo. Acarició los labios con su lengua, rodeó con su boca mi clítoris erecto, como si fuera una pequeña pollita, movía su lengua frenéticamente, de arriba y abajo, en círculos, abarcando todo mi sexo, buscando mis agujeros. Yo movía mi pubis de atrás adelante,
follándome su lengua, deseaba que aquello no terminara nunca. Arrimaba su cabeza a mi coño...mas rápido...más rápido...Se centró en el clítoris y empezó a lamerlo a toda velocidad, comencé a perder fuerza en mis brazos que aguantaban el peso de mi cuerpo hacia atrás. Me tumbé sobre la mesa y el siguió trabajándome....era precioso...me estaba empezando a elevar sobre aquella mesa...mis gemidos se hicieron intensos en mi garganta. Mi cintura se encorvaba y se separaba de la mesa con mis retortijones de placer. El seguía con su lengua loca sobre mi coño, bajaba a la entrada de la vagina y me acariciaba con su nariz el clítoris, aquello me estaba matando de gusto. Apretó su boca contra mi coño y comenzó a dar unos lametones fuertes y rápidos que acabaron en un genial orgasmo.
Qué cansancio!!.
Tuve que pararle, porque él seguía.
En aquel trasiego le había dado tiempo a volver a empalmarse. Yo estaba exhausta por el esfuerzo, me temblaban las piernas por la postura.
Terminó esta segunda vez en un modesto pajote mientras yo terminaba de vestirme mientras contemplaba la preciosa escena.
Esto es una fantasía convertida a relato a petición de Monocamy.
PS: Fernando existe y está así de bueno, aunque es un gilipollas.
PS2: me ha costado muchísimo terminar esta historia, esto de fantasear es muy fácil, pero lo de llevarla al teclado es muy complicado, todo pasa demasiado rápido y además provoca el efecto secundario de tener que ir a ducharse después.
PS3:"ese olor a polla caliente, limpia y excitada" ¿sólo lo noto yo?