07 octubre 2005

Más de alegrías

Continuando con el filón de Susana (me encantó este último post, es muy sugerente) se me ha ocurrido contar una de esas situaciones que te dan alegría y cierto impulso sensual...y sexual, por qué no decirlo.
Situémonos en un avión, un viaje transoceánico. Tengo debilidad por cierto tipo de hombres (en realidad pueden cambiar en función de no sé exactamente qué): altos, delgados, de pelo rapado y de piel negra. A mi derecha el asiento estaba vacío y la azafata tuvo la gentileza, loado sean todos los celestinos del universo, de decirle al pasajero de atrás que ocupara ese hueco a mi costado. Pareció enfurruñarse, el muy desgraciado, ¡pero si detrás sólo había señores mayores!...y yo estoy de mejor ver que esos fulanos.
Por tanto le miré con distancia y me enfrasqué en mi libro. Él se sentó, estrujando sus larguísimas piernas contra el asiento de delante, y también empezó a manosear su novela policíaca, en inglés.
Nada habría pasado si no fuera por el frío que hace en los malditos aviones. Enseguida abrí el precinto de la manta y me tapé tanto como pude, sacando un par de dedos para sostener el libro. Durante los primeros momentos la gente me miraba con asombro, incluído mi vecino de vuelo, pero a medida que el frío se fue extendiendo no faltó ni una sola manta por sacar. Todos arropaditos... él también, y decidió echar una cabezadita embozado hasta la cintura.
Gracias a eso pude observarle mejor.
Aislado del resto del pasaje en un sopor ligero me asombraba que en unos segundos su cuerpo hubiera conseguido la languidez del sueño, serena y constante que me transmitía, sin poder evitarlo, una intensa y sensual calma. De su cuerpo iba emanando, despacio, su olor personal, que me llegaba a rachas de la respiración. Era limpio, cálido, y agradable. Teníe una piel tersa, con cierto brillo de seda y una tonalidad como de cuero quemado. Llevaba las manos muy cuidadas, y su dedo gordo era una breve escultura, la uña de color rosa con un brillo esmaltado.
De repente se tapa un poco más, lleva el cobertor a los hombros y cambia la posición de su cabeza hacia mi lado. Al moverse me toca el hombro con la mano, por debajo de las mantas sus dedos se mueven sobre la piel de mi brazo. Lo interpreto como un gesto casual, inconsciente y sigo leyendo. Pero no puedo negar que ha sido muy agradable, que se me ha erizado la piel a su contacto.
No tardó mucho más tiempo en investigar hasta dónde podía llegar en el juego del descuido. Insertó la mano bajo mi manta, los dedos buscando la cintura...si alguien me toca la cintura estoy perdida. La encontró y comenzó entonces una serie de caricias leves, aunque ya nada de lo que hacía podía confundirse con la casualidad o lo involuntario. Me subió la temperatura y algunas otras cosas adquirieron volumen y humedad. No se detuvo en ningún momento y cuando consiguió cogerme la mano, tan diminuta al lado de la suya, la arrastró sobre su muslo interminable hasta dejarla posada en la entrepierna. Dureza máxima, tamaño king size como nunca antes había palpado (y eso que he bailado con cubanos).
Entonces hizo como que se despertaba, se estiraba y con parsimonia para que me diera tiempo a retirar la mano, se puso de pie, me miró y con un disimulado gesto me indicó la dirección del baño.
Sí vamos, cualquier día me voy yo a follar en un servición de avión cuando lleva más de 4 horas volando: están repugnantes de meados internacionales. Respiré hondo y me enfrasqué en el libro.

10 comentarios:

Erotismo dijo...

Jaja, coincidimos!

Ya escribí un post sobre eso mismo... sobre las inclemencias del minicutrebaño del avión y de las maravillas bajo las mantitas!

besos

Los Tacones Rojos dijo...

Muy bonito. Además, me pareció sugerente. Te invito a q t pases por mi diario. A ver q t parece. Un beso

laceci dijo...

ja ja ja!! que bueno.

lo de la cintura tambien me pasa a mi. me pierde!!

Anónimo dijo...

jooooooderrrrr... yo mido 1,80, me gusta cortarme el pelo corto corto, soy delgado y tengo la piel morena... uy uy uy...

Anónimo dijo...

jooooooderrrrr... yo mido 1,80, me gusta cortarme el pelo corto corto, soy delgado y tengo la piel morena... uy uy uy...

Anónimo dijo...

Pues la verdad es que el sexo en los aviones es un clásico en las películas de todo tipo, pero cuando caminas por este mundo, de estar por casa, y como bien dices, visitas un baño de avión, intentas que lo que sea, dure menos que tu respiración.
Saludos. ;)

PJ dijo...

Yo hubiera continuado debajo de la manta, hasta el final, sin pausa.

celemin dijo...

No se por qué, pero todos fantaseamos con cruzarnos un día con alguien y sin mediar palabra....

Que superficiales somos :)

Placeres dijo...

pero que fue, follaste arriba del avion o no?.
Me gustan tus historias,
Placeres!!!!!

laceci dijo...

En esos baños tan estrechos no se puede follar ni de coña...