Tomas una tableta de chocolate puro. Tamaño familiar.
Pones un cazo con agua a fuego lento, e introduces otro recipiente con el chocolate de forma que el agua hirviendo licue el chocolate.
Mientras, tomas frutas de temporada. Los mejores resultados: fresas, kiwis, platano, mango.
Las partes en trocitos pelados y con un tamaño suficientemente pequeño para tomarlo con comodidad.
Cuando termines la tarea de pelar y trocear, el chocolate estará listo.
Viertes el chocolate en una jarrita.
La fruta la pones en un cuenco.
Todo lo llevas a tu habitación......
El timbre sonó a la hora justa. El chololate todavía estaba caliente.
María abrió la puerta y vió a Rodri. Se notaba que acababa de salir de la ducha, la media melena rizada aún estaba húmeda.
María saludó con un sonrisa de placer y le hizo pasar.
Se besaron, y, antes de que Rodri se diera cuenta Maria puso su mano tocándo el paquete del pantalón, y con firmeza lo agarró empujándolo hacia su habitación. Las persianas estaban estratégicamente bajadas para dar una luz ténue.
Rodri estaba sorprendido, María parecía una pequeña y dulce gata en celo, dispuesta a atacar en ese mismo momento, absorviendo cada particula de su piel. La mirada de María incitaba a ponérsela dura tan sólo imaginando lo que sus ojos estaban diciendo.
María comenzó a desnudarle, lentamente, besando cada zona del cuerpo que se quedaba al desnudo.
Rodri cerró los ojos para sentir cada beso y cada caricia que María le daba sensualmente.
Cuando estuvo completamente desnudo, María tomó la jarrita rellena de chocolate caliente y comenzó a esparcirlo desde el pecho de Rodri hasta la base del pene.
Rodri, sintió cómo resbalaba el chocolate por su cuerpo, y a continuación como la lengua de María recorría el reguero de chocolate que había dejado. Cuando acabó con todo el chocolate que lo cubría, volvió a la jarrita y vertió otra cantidad de chocolate sobre el erecto pene de Rodri.
Tomó el cuenco con la fruta, y adornó con lo trozos de fruta el miembro erectil.
Suavemente, acercó sus labios y coménzó a besar y mordisquear las piezas de fruta, y a lamer el chocolate que servía de base....
(continuará...)
Fantasías y realidades eróticas escritas por cinco mujeres.
Pasa, lee, comenta, ríe, disfruta, sueña, goza, peca, ama, llora, sufre, siente, vive o vete.
25 mayo 2005
23 mayo 2005
El profesor I
He cambiado parte de la historia, a las contributors no les ponía un italiano, así que le cambié la nacionalidad a francés...
Lara se estaba terminando de arreglar cuando llamaron al timbre. No esperaba a nadie, así que miró por la mirilla y descubrió la cara pícara de su amiga Mar echándole la lengua. Abrió sorprendida. Mar entró sin pedir permiso y le dijo:
- Guapa, prepárate que esta noche follamos fijo.
Lara le contestó:
- Tú no sé, pero yo seguro, porque he quedado a cenar con el profe de aerobic.Mar, boquiabierta:
- Cabrona, te dije que me lo pedía yo, seguro que aprovechaste el otro día cuando no pude ir.
Lara sonreía afirmativamente dándole la razón. Mar continuó: Pues me apunto a la cena.
- Ni de coña y mucho menos con esa blusa de gasa...- Le increpó Lara.
Mar llevaba un pantalón de talle bajo, que dejaba ver el tatuaje de su espalda, bajo la vaporosa blusa. Como siempre había olvidado el sujetador, con lo cual se adivinaban perfectamente sus pechos. Lara se lo pensó mejor y sugirió:
- De acuerdo, vamos a ir las dos, que elija él. Será divertido.
Eligió el vestido más sexy del armario, que además era el más corto, con lo cual se podrían apreciar sus preciosas piernas torneadas. Se echó un poquito de maquillaje y salieron de casa.
Habían quedado en un restaurante Francés, ya que Mario, era de ese pais. Ellas llegaron antes y se sentaron en una mesa escondida, con mantel blanco hasta el suelo, velas y centro de rosas rojas. Dejaron la silla libre a la misma distancia de cada una, para equilibrar fuerzas. Cinco minutos más tarde apareció el profesor. Lara le hizo un gesto con la mano para llamar su atención. El se dirigió hasta allí con cara de sorpresa por encontrarse también a su otra e inesperada alumna. Su cara interrogativa hacia Lara, tuvo enseguida una respuesta:
- Esta misma tarde pensé en sorprenderte invitando a Mar, ¿qué te parece?
Mario se sentía encantado, estaba con las dos tías más buenas de su clase de aeróbic. En un momento se le vino a la mente el culo perfecto de Lara haciendo ejercicio, con movimientos sexys, como pidiendo ser montada y también recordó a Mar, que era la de las tetas perfectas, de tamaño ideal, de asombrosa turgencia...¿qué más podía querer?
- Claro, no hay problema, así nos lo pasaremos mejor.- Dijo Mario, sin imaginarse lo cierto de sus palabras.
Le dejaron elegir el vino, mientras examinaba la carta, Mar se acercó hacia él, reclinándose y mostrando un generoso escote que dejaba entrever incluso el pezón. Ella, apoyó su mano sobre el paquete de Mario, notando su generosa polla, aún dormida. El dió un pequeño respingo, por la sorpresa, aunque no soltó la carta y dijo:
- ¿Qué os parece un chateau chadornay, Reserva de 1997?
Ellas asintieron, Lara había observado la jugada de su amiga, y había decidido contratacar. Se acercó y le introdujo su mano por la parte de atrás del pantalón, acariciándole la cinturilla y notando sus firmes gluteos con las yemas de sus dedos.
Mario no entendía aquella jugada, aunque no le disgustaba en absoluto. Por una parte tenía a la pelirroja con su mano sobre su polla, ya dando señales de vida y por otra, la morena le producía escalofríos por toda la espalda.
Aquel momento mágico lo rompió el camarero, que se acercó para tomar nota.
- para beber ¿qué desean los señores?
Ellas se incorporaron hacia sus sitios, soltando lo que tenían entre manos.
- Un chateau chadornay, Reserva de 1997.
- Buena elección, desean alguna cosa más?
(Sigue AQUI)
20 mayo 2005
Trío de Reyes IV
IV. Entrada triunfal
Marco gimió de placer al tiempo que empujaba suavemente hacia el interior de la garganta de Blanca, para sentir como la lengua paseaba dulce y hábilmente por cada rincon de su pene erecto y provocador.
Blanca, agarró firmemente el pene de Marco por su base, para controlar la posición, mientras acariciaba suavemente los testículos y sintiendo húmedo y embriagador la punta del glande, que cada vez era más jugosa y excitante dentro de su boca. Su lengua, jugaba con como una niña, acariciaba, lamía, tocaba, presionaba el glande del Marco llevándole al placer buscado.
Sabía que a Marco le encantaría, y era el momento, ayudada y acompasada por una mano, comenzó el baile en su boca, con vaivén suave pero firme, mientras su lengua no paraba de moverse y acariciar todo el miembro, deslizó suavemente la otra mano desde los testiculos hacia el ano, mientras no cesaban los movimientos de arriba hacia abajo como si una penetración vaginal se tratara. La mano comenzó a jugar alrededor del ano, estimulándolo, y presionando ligeramente para abrir la otra entrada del placer. El dedo comenzó a entrar siguiendo el ritmo marcado por la boca, acompañando a la entrada del miembro, penetrando y buscando el punto más erógeno de Marco. Era evidente que aquel agujero pedía más, así que Blanca utilizó dos de sus dedos para penetrar analmente a Marco, mientras su boca no paraba de comer y saborear su miembro.
Alex no podía aguantar más, elevó a Blanca un poco, con la distancia suficiente a su cuerpo y colocó su pene vertical para penetrarla. Al estar de espaldas, no pudo resistirse, el juego le estaba gustando, y Alex metió su pene por el ano de Blanca, e incorporándose un poco, pudo llegar a la distancia justa para jugar con los labios de Blanca, acariciar su clítoris con ritmo rápido e intermitente para terminar penetrando con sus dedos y volviendo a empezar el movimiento.
Los cuerpos comenzaron a acelerarse, el juego estaba tomando ritmo, Marco acariciaba la cabeza de Blanca, y rogaba en voz alta que no parara, que siguiera y acelerara. No aguantaría mucho más, pero le encantaba.
(continuara ...)
Marco gimió de placer al tiempo que empujaba suavemente hacia el interior de la garganta de Blanca, para sentir como la lengua paseaba dulce y hábilmente por cada rincon de su pene erecto y provocador.
Blanca, agarró firmemente el pene de Marco por su base, para controlar la posición, mientras acariciaba suavemente los testículos y sintiendo húmedo y embriagador la punta del glande, que cada vez era más jugosa y excitante dentro de su boca. Su lengua, jugaba con como una niña, acariciaba, lamía, tocaba, presionaba el glande del Marco llevándole al placer buscado.
Sabía que a Marco le encantaría, y era el momento, ayudada y acompasada por una mano, comenzó el baile en su boca, con vaivén suave pero firme, mientras su lengua no paraba de moverse y acariciar todo el miembro, deslizó suavemente la otra mano desde los testiculos hacia el ano, mientras no cesaban los movimientos de arriba hacia abajo como si una penetración vaginal se tratara. La mano comenzó a jugar alrededor del ano, estimulándolo, y presionando ligeramente para abrir la otra entrada del placer. El dedo comenzó a entrar siguiendo el ritmo marcado por la boca, acompañando a la entrada del miembro, penetrando y buscando el punto más erógeno de Marco. Era evidente que aquel agujero pedía más, así que Blanca utilizó dos de sus dedos para penetrar analmente a Marco, mientras su boca no paraba de comer y saborear su miembro.
Alex no podía aguantar más, elevó a Blanca un poco, con la distancia suficiente a su cuerpo y colocó su pene vertical para penetrarla. Al estar de espaldas, no pudo resistirse, el juego le estaba gustando, y Alex metió su pene por el ano de Blanca, e incorporándose un poco, pudo llegar a la distancia justa para jugar con los labios de Blanca, acariciar su clítoris con ritmo rápido e intermitente para terminar penetrando con sus dedos y volviendo a empezar el movimiento.
Los cuerpos comenzaron a acelerarse, el juego estaba tomando ritmo, Marco acariciaba la cabeza de Blanca, y rogaba en voz alta que no parara, que siguiera y acelerara. No aguantaría mucho más, pero le encantaba.
(continuara ...)
sentidos
He tenido la suerte de que un anónimo me haya enviado este relato, lleno de dulzura y sensibilidad. Parece increíble que un trozo de foto pueda inspirar esas emociones. Gracias.
Aquí lo trascribo.
Luces
Un cuerpo desnudo mirando por la ventana de su cuarto ocultabael destello del sol saliendo sobre los tejados de la ciudad. Le vino a la memoria esa otra imagen, aquella fotografía en unabitácora de internet, ella a contraluz, en su ventana, de espaldas,insinuante, casi en blanco y negro, tan sólo una trepadora poniendo untímido matiz de color. Ninguno de los dos decía nada, tratando de no romper el momento depaz tras la tempestad de pasión que se había desatado en aquella habitación esa noche. Un algo desconcertante le había hecho participar en aquella bitácora,primero algunos comentarios, después unos correos compartiendo esamúsica que les acariciaba el alma, después esas confesiones que hacemos a los desconocidos buscando una anónima complicidad. Un viaje a la ciudad les dio la oportunidad de verse desde el otro lado del contraluz, cara a cara. Esta siempre es una situación extraña, uno se hace una imagen de gentes que no ha visto que normalmente son luego frustradas con la realidad. Pero aquella chica tenía en sus ojos toda la luz que había ocultado la fotografía. Cómo esos negros ojos, cómo ese cabello azabache podían contener tanto brillo. Cómo su tez tímidamente morena podría ocultar ese aire del sur. Era imposible. Atardecía ya en la ciudad y se habían encontrado en la boca del metro de Latina. Se miraban con curiosidad, tratando de recomponer la imagen preconcebida que uno siempre se hace. Sin saber al principio qué decirqué hacer; el alcohol de unas cervezas en una terraza les hizo romperla tensión del momento. Charlaron animadamente y la noche los envolvió.Caminaron por esas castizas calles madrileñas, picaron algo y acabarontomando unos mojitos en una terracita cerca de Lavapiés. El embrujo de la noche hico el resto: el contacto de sus manos, una mirada, un silencio y sus labios se rozaron en un tímido beso. Sus manos ya no podían contenerse más, y empezaron a acariciarla con cuidado, despacio con una suavidad contenida. La gente de alrededor pareció desvanecerse y las caricias subieron de tono, ya no se quedaban en el exterior de sus piernas alrededor de sus rodillas sino que se resbalaban hasta casi la cintura, y se aventuraban entre ellas, recorrían sus desnudos brazos hasta su cuello, sujetaban su cabeza mientras se besaban. Nos vamos dijo ella, y se empeño en no dejarle pagar la cuenta aél solo. Era ya tarde y un taxi los llevo hasta su casa. Era un último piso, pequeño, con pocos adornos, un cuadro de un psicodélico fractal, un sofá, una televisión una ventana por la que se llegaba a distinguir algún característico edificio del cielo madrileño. Dejo sólo encendida la luz que iluminaba el cuadro creando una atmósfera cálida y acogedora. Abrió una botella de vino y puso algo de picar. Ella le había traído el prometido disco de Astrud Gilberto, una vozfemenina y dulce que para nada presagiaba ese nombre. Apenas habían tomado media copa de vino cuando empezaron otra vez. Sus manos volvieron a perderse entre la ropa buscando un resquicio hasta la piel. Ella se levanto del sofá cuando empezaba a sonar una nueva canción, el que la tenia cogida la mano la siguió. La sostuvo por la cintura desde la espalda y comenzaron a moverse al ritmo de la canción. Acariciaba sus caderas, el talle y los brazos que ella tenía cruzados sobre su pecho. Ella miraba a la ventana en cuyos cristales se veían reflejados, se diría que le gustaba mirarse, verse abrazada. El disfrutaba del delicado aroma que desprendía su pelo, olía tan bienque se quedó ahí embelesado durante un buen rato, besando su cuello, su oreja, de la que colgaba un pequeño pendiente con el que jugueteó unos instantes. Con mucho cuidado el desabrochó el botón del vaquero que ella llevaba y diciéndole: "que malo eres" se volvió hacia él sosteniéndose en su cuello y besándolo con cuidado, despacio, saboreando el momento. Las manos de él se deslizaron por debajo de la blusa sin apenas presionar sobre su piel, soltando con cuidado el cierre de esa prenda opresora de sus encantos de mujer. Ella se volvió de nuevo, manteniendo la mano derecha en sucuello y la izquierda por debajo de su cintura. Comenzó a acariciarle el pecho por encima de la blusa, siempre con mucha suavidad. Desabrochó un par de botones e introdujo sus manos por debajo hasta llegar, aflojando el sujetador, al precioso deseo. De nuevo cara a cara siguieron los dos desabrochándose mutuamente los botones, ninguno de los dos decía nada. La camisa y la blusa fueron a parar encima del sofá, de sus hombros resbalaron los tirantes del sujetador que cayó al suelo.Esta vez fue ella la que se puso a su espalda, apretándolo con fuerza contra su pecho, acariciándolo y luego arañándolo con cuidado, susmanos recorrieron la espalda a la vez que iba dándole pequeños besos hasta la cintura. De nuevo lo cogió con fuerza y comenzó a jugar con su cinturón. Tirando de la hebilla se lo quitó y anudando sus muñecas a la espaldale hizo una especie de nudo. Ya frente a frente tomándolo por la cintura se sujetaba mientras el intentaba llegar con la boca a sus pezones. Empezó a desabrocharle los pantalones, uno de esos vaqueros de botones, despacio, haciéndole notar que su mano estaba ahí. Hacía tiempo que el nudo del cinturón se había deshecho, pero el seguía con las manos atrás, dejándola hacer, pero ya no aguantaba mas y volvió a agarrar sus pechos, esta vez con mas fuerza, ella a su vez introdujo la mano por su pantalón y empezó a acariciarlo. De lo que aconteció luego más tarde en la habitación solo diré que fueapasionado e intenso, una larga noche de sudores, sueños entrecortados, confidencias, caricias, muchas caricias...Los detalles no los contaré porque, aun siendo una fantasía, uno estodavía un caballero...
Anónimo
Aquí lo trascribo.
Luces
Un cuerpo desnudo mirando por la ventana de su cuarto ocultabael destello del sol saliendo sobre los tejados de la ciudad. Le vino a la memoria esa otra imagen, aquella fotografía en unabitácora de internet, ella a contraluz, en su ventana, de espaldas,insinuante, casi en blanco y negro, tan sólo una trepadora poniendo untímido matiz de color. Ninguno de los dos decía nada, tratando de no romper el momento depaz tras la tempestad de pasión que se había desatado en aquella habitación esa noche. Un algo desconcertante le había hecho participar en aquella bitácora,primero algunos comentarios, después unos correos compartiendo esamúsica que les acariciaba el alma, después esas confesiones que hacemos a los desconocidos buscando una anónima complicidad. Un viaje a la ciudad les dio la oportunidad de verse desde el otro lado del contraluz, cara a cara. Esta siempre es una situación extraña, uno se hace una imagen de gentes que no ha visto que normalmente son luego frustradas con la realidad. Pero aquella chica tenía en sus ojos toda la luz que había ocultado la fotografía. Cómo esos negros ojos, cómo ese cabello azabache podían contener tanto brillo. Cómo su tez tímidamente morena podría ocultar ese aire del sur. Era imposible. Atardecía ya en la ciudad y se habían encontrado en la boca del metro de Latina. Se miraban con curiosidad, tratando de recomponer la imagen preconcebida que uno siempre se hace. Sin saber al principio qué decirqué hacer; el alcohol de unas cervezas en una terraza les hizo romperla tensión del momento. Charlaron animadamente y la noche los envolvió.Caminaron por esas castizas calles madrileñas, picaron algo y acabarontomando unos mojitos en una terracita cerca de Lavapiés. El embrujo de la noche hico el resto: el contacto de sus manos, una mirada, un silencio y sus labios se rozaron en un tímido beso. Sus manos ya no podían contenerse más, y empezaron a acariciarla con cuidado, despacio con una suavidad contenida. La gente de alrededor pareció desvanecerse y las caricias subieron de tono, ya no se quedaban en el exterior de sus piernas alrededor de sus rodillas sino que se resbalaban hasta casi la cintura, y se aventuraban entre ellas, recorrían sus desnudos brazos hasta su cuello, sujetaban su cabeza mientras se besaban. Nos vamos dijo ella, y se empeño en no dejarle pagar la cuenta aél solo. Era ya tarde y un taxi los llevo hasta su casa. Era un último piso, pequeño, con pocos adornos, un cuadro de un psicodélico fractal, un sofá, una televisión una ventana por la que se llegaba a distinguir algún característico edificio del cielo madrileño. Dejo sólo encendida la luz que iluminaba el cuadro creando una atmósfera cálida y acogedora. Abrió una botella de vino y puso algo de picar. Ella le había traído el prometido disco de Astrud Gilberto, una vozfemenina y dulce que para nada presagiaba ese nombre. Apenas habían tomado media copa de vino cuando empezaron otra vez. Sus manos volvieron a perderse entre la ropa buscando un resquicio hasta la piel. Ella se levanto del sofá cuando empezaba a sonar una nueva canción, el que la tenia cogida la mano la siguió. La sostuvo por la cintura desde la espalda y comenzaron a moverse al ritmo de la canción. Acariciaba sus caderas, el talle y los brazos que ella tenía cruzados sobre su pecho. Ella miraba a la ventana en cuyos cristales se veían reflejados, se diría que le gustaba mirarse, verse abrazada. El disfrutaba del delicado aroma que desprendía su pelo, olía tan bienque se quedó ahí embelesado durante un buen rato, besando su cuello, su oreja, de la que colgaba un pequeño pendiente con el que jugueteó unos instantes. Con mucho cuidado el desabrochó el botón del vaquero que ella llevaba y diciéndole: "que malo eres" se volvió hacia él sosteniéndose en su cuello y besándolo con cuidado, despacio, saboreando el momento. Las manos de él se deslizaron por debajo de la blusa sin apenas presionar sobre su piel, soltando con cuidado el cierre de esa prenda opresora de sus encantos de mujer. Ella se volvió de nuevo, manteniendo la mano derecha en sucuello y la izquierda por debajo de su cintura. Comenzó a acariciarle el pecho por encima de la blusa, siempre con mucha suavidad. Desabrochó un par de botones e introdujo sus manos por debajo hasta llegar, aflojando el sujetador, al precioso deseo. De nuevo cara a cara siguieron los dos desabrochándose mutuamente los botones, ninguno de los dos decía nada. La camisa y la blusa fueron a parar encima del sofá, de sus hombros resbalaron los tirantes del sujetador que cayó al suelo.Esta vez fue ella la que se puso a su espalda, apretándolo con fuerza contra su pecho, acariciándolo y luego arañándolo con cuidado, susmanos recorrieron la espalda a la vez que iba dándole pequeños besos hasta la cintura. De nuevo lo cogió con fuerza y comenzó a jugar con su cinturón. Tirando de la hebilla se lo quitó y anudando sus muñecas a la espaldale hizo una especie de nudo. Ya frente a frente tomándolo por la cintura se sujetaba mientras el intentaba llegar con la boca a sus pezones. Empezó a desabrocharle los pantalones, uno de esos vaqueros de botones, despacio, haciéndole notar que su mano estaba ahí. Hacía tiempo que el nudo del cinturón se había deshecho, pero el seguía con las manos atrás, dejándola hacer, pero ya no aguantaba mas y volvió a agarrar sus pechos, esta vez con mas fuerza, ella a su vez introdujo la mano por su pantalón y empezó a acariciarlo. De lo que aconteció luego más tarde en la habitación solo diré que fueapasionado e intenso, una larga noche de sudores, sueños entrecortados, confidencias, caricias, muchas caricias...Los detalles no los contaré porque, aun siendo una fantasía, uno estodavía un caballero...
Anónimo
16 mayo 2005
Trío de Reyes
I. La partida
Blanca sabía que estaba a punto de perder la partida. Pudo observar cómo se guiñaban los ojos Alex y Marco mientras ella tiraba los dados. Ya tenía poco que perder, sólo le quedaba la ropa interior, mientras que ellos seguían prácticamente vestidos.
"Trío de Reyes" dijo absolutamente convencida, mientras intentaba contener la risa. Ellos se miraron y la acompañaron en las carcajadas posteriores. Así fué como perdió el sujetador.
Inmediatamente sus pezones se pusieron de punta y a Marco se le cayó un dado para poder rozarle el pezón al recogerlo del suelo. Ella rió divertida y pagó su broma con un apretón en su paquete, donde pudo notar cómo él estaba disfrutando del juego.
Ella estaba muy excitada, pero intentó ponerse seria para afirmar con rotundidad que jamás se quitaría las braguitas. Mintió diciendo que no se había depilado, y que por ese motivo jamás le harían perder. Continuó aguantándose la risa que sus propias mentiras le provocaban.
Tiró de nuevo los dados y trató de mentir con una jugada sin mucho riesgo: "pareja de damas". Ellos empezaron a jugar con las puntillas de su braguita, sabiéndola perdedora y Blanca se abrazaba el pecho y dejaba escapar su risa mientras fingía una falsa timidez.
Se incorporó sobre su asiento para que ellos pudieran seguir con su juego y le retiraran la braguita.
"Nos has mentido" dijo Alex, "vas depilada!! Aunque ahora que lo veo, ¡te has dejado una crestita!"
"Has sido una chica muy-muy mala, y te mereces un castigo.." dijo Marco, con cara de falso reproche...
Marco la tumbó encima de la mesa mientras Alex fué a buscar espuma de afeitar y una maquinilla desechable. Ella seguía riendo desenfadada y simulando sentir una verguenza que el licor le había arrebatado hacía varias horas...
Elige entre la versión de Luces o la de Laceci
15 mayo 2005
Trío de Reyes (II y III) VERSION LU
Marcos la tumbó encima de la mesa y Alex fue a buscar un lápiz de labios y el “rosario” de bolas chinas. Probaron a pintar los labios de su sexo pero la humedad hacía que fuera inútil, así que ambos fueron secando con sus bocas lo que de allí sobraba. Finalmente el resultado fue espectacular, bajo la pequeña matita de pelo púbico quedó una llamativa boca rojo fuego de la que sobresalía una lengüita rosada. Blanca estaba extasiada por todas las operaciones y se dejaba hacer desde una absoluta entrega.
La incorporaron, y mientras uno la sostenía por delante el otro había bajado hasta sus tobillos y la acariciaba desde abajo con ambas manos, deslizando la lengua en algunas zonas elegidas: las corvas, levemente el interior de los muslos, insertando luego algo más en la hendidura de sus nalgas. Luego se aprestó a chupar todas y cada una de las protuberancias de su columna hasta llegar a la nuca, donde se demoró en largos besos y sonoros chupetones. Blanca se fue dejando caer hacia delante completamente concentrada es sus sensaciones. Así Marcos pudo inspeccionar su sexo, abrirlo y acogiéndola en sus brazos la ensartó, mientras hacía que las piernas de ella le rodearan la cintura y se apoyaran en la espalda. Blanca gimió levemente y se dejaba caer sobre el cuerpo de su amante. Alex aprovechó para redondearle el ano con un dedo, el carmín de labios sirvió de lubricante y una a una fue metiendo las cinco bolas chinas por la estrecha abertura de los glúteos de una Blanca cada vez más excitada.
Marcos inició un movimiento suave de pelvis que rozaba más que nada la parte superior del rojo sexo de la chica, pero que además empujaba y hacía danzar a las canicas ambarinas que tenía en su interior. Su cara se fue inflamando más y más. Pero Alex dijo que pararan y él inmediatamente se quedó quieto. Ella protestó, pidiendo por favor, por favor, por lo que más quieras no pares ahora.
- No gatita - dijo Alex- ahora jugaremos los tres.
Y con parsimonia fue tirando del hilo y sacando una a una las pelotitas, con cierta dificultad porque la chica oponía resistencia para aumentar el placer. Él comprobó, con los dedos, que la abertura estaba preparada para otro calibre mayor, y recogiendo los restos de lápiz labial lo aplicó al contorno abierto de su ano y lentamente fue introduciendo su pene, observando cuáles eran las reacciones de ella. Hacia el final gimió un poco de placer, puede que mezclado con dolor.
Allí los dos chicos de pie, y ella entre ambos, con las piernas abiertas y colgando. Una criatura espléndida, ciega por las sensaciones, roja y sudorosa, recibiendo caricias y besos por el pecho y por la espalda. Fue entonces cuando ambos comenzaron un vaivén lento de sus miembros, fricciones encontradas en el interior de ella, primero una crece y la otra mengua, pero en un punto intermedio ambas presionan, acarician, chocan. Y Blanca yendo y viniendo, como la melena de una campana muda, en su interior miles de silenciosos e intensos espasmos rompían en olas de placer.
por LUCES
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