23 abril 2006

Tarde de trabajo

Concentrado en su libro, escribía cada ejercicio cuidadosamente, pensando y meditando para hallar los límites correctamente. Desde mi posición en el sofá, le observaba y mi excitación aumentaba.
Me acerqué, mientras el, absorto en su trabajo, no reparaba en mi presencia, me colocaba detrás y suavemente le colocaba el pañuelo sobre sus ojos.

Sorprendido, soltaba el bolígrafo, y entendía que eso era el preámbulo a unos minutos de excitación y pasión.

Acariciándolo por detrás, le quité la camiseta, y le besé, el cuello, rozando la espalda, acariciando su pecho, pellizcando tus pezones. Le levanté de la silla, situándolo en medio de la habitación. Y le dejé de pie, sin saber qué es lo que iba a ocurrir a continuación. Le quité su ropa interior, desnudándole completamente, con el miembro erecto, sabedor de que degustaría el placer de un momento a otro.

Unos segundos sin tocarle, para aumentar el desconcierto, me dejaban tiempo para desnudarme e ir a por las bolitas y el lubricante.

El miembro comenzaba a humedecerse, y mi boca estaba sedienta de lamer aquella incipiente humedad.
Comencé a besar la entrepierna, mordisqueándola, subiendo hacia los testículos, lamiéndolos, sin tocar nada más de su cuerpo.
Continué con la base del pene, mientras mojaba mis dedos con el lubricante, y agarraba fuerte su prieto y redondo culo. Seguía subiendo, por el pene, chupando, moviendo mi boca al ritmo de los gemidos que escuchaba.

Mi boca llegó al glande, húmedo, y comenzó a comer toda la gran polla que estaba impaciente por derramarse en mi. Con mucho cuidado, comencé a humedecer el ano con el gel, por fuera, haciendo unos círculos, acompasando ya a sus movimientos pélvicos.

Cuando jugué suficiente, mis dedos comenzaron a introducirse por el ano, primero uno, y luego el otro, y continué el juego metiendo las bolitas untadas con el gel, fresquito.
Soltó un primer respingo, pero parecía que le gustaba, su polla empezó a palpitar, y mi boca no paraba de moverse, a su ritmo, y mi lengua se movía saltarina justo en la punta del glande.


Conseguí introducir una sola bolita, porque sentí que no aguantaría mucho más. Así que, moví las bolitas en movimiento circular, presionando un poco, mientras mi sed era saciada por el dulce sabor del deseo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Oleeeeeee! una bolita!!

Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para el blog :PP

Cada persona es un mundo, así que a mí no me gustaría demasiado. Y que me pellizcaran los pezones ni te cuento. Agggg, ves... sólo pensarlo se me puso la carne de gallito.

xDDD

Sin embargo, el resto del relato está muy rico, zí zeñó. Jajajajaja, me estoy acordando de lo la lengua saltarina...

te imagino haciendo LA-LA-LA-LA-LA xDDDDDD me parto
;)

Ay, ezta Criztinita zin remedio...

Anónimo dijo...

Joder! por esa mamada cualquiera se abre a nuevas experiencias ¿Hay bolas de diferentes tamaños, para ir probando?

. dijo...

Mmmmm.
Una buena mamada thailandesa.
Plato exotico que no ha de faltar en nuestro libro de recetas culinarias.

PJ dijo...

Joer con las bolitas... Me siento en las más absoluta obsolescencia y virginidad.

Amén.

Click dijo...

Son las 10am, estoy en el curro, acabo de leer esto y me imagino siendo protagonista, mierda, mierda, mierda.

Esto no se hace, que uno es muy facilemnte excitable

Click - quiero eso mismo que leo pero a las 10pm, cuando me pueda dedicar a ello en cuerpo y alma

Galufante dijo...

Seguro que a más de uno le has provocado una erección de caballo...y a más de otro le habrás provocado un vómito terapeútico...Uno entra otro sale...

Agur.

celemin dijo...

Eso es una tarde de trabajo, y no lo que hacemos aqui a estas horas...

Saudade dijo...

A mi desafortunadamente no me gusta eso de las tetillas ni de los juegas en la parte trasera...

G dijo...

Bueno muy bueno, ovacion de pie!!!

Anónimo dijo...

Me ha encantado !!. La escena me recuerda a algo que escribí hace poco tiempo.