12 septiembre 2005

Al final del pasillo

Me desperté. Sin abrir los ojos sentí el intenso dolor de cabeza.
Con esfuerzo, recordé la noche anterior.
Como siempre, bebimos demasiado.
Teníamos una reunión de amigos, habíamos quedado mi novio Antonio, su compañero de piso Salva, y una pareja más. Celebrábamos… ¡una excusa para juntarnos!
Llegamos a casa con demasiadas copas de más, y, yo cómo de costumbre, estaba con muchas ganas de “jugar” con Antonio. El alcohol me despierta el sexo, la imaginación y sobre todo las ganas de sentir dentro de mi un gran orgasmo. Y para eso, Antonio es único.
Torpemente, y con abundantes traspiés, le seguí hasta su cuarto, despidiéndonos del también borracho Salva que se dirigió a su cuarto. Nada más llegar a la habitación, Antonio se desplomó sobre la cama, roncando inmediatamente. Yo le miré, con gran cabreo. Estaba caliente y con unas ganas de follar que me superaban. Me resultaba imposible dormirme, así que, le miré y pensé: “Bueno, tu te lo pierdes”.
Salí de la habitación dispuesta a seguir la juerga aunque fuera yo sola. Vi al final del pasillo de luz de la habitación de Salva encendida. Me acerqué sigilosamente, no sabía si mi cabeza hervía por el alcohol ingerido o por lo que se me estaba ocurriendo, paso a paso, fui quitándome la ropa… primero la falda, dejándola en mitad del pasillo, y después la blusa, quedándome en ropa interior. Llegué a la puerta de Salva. Estaba tumbado en la cama. Con los ojos abiertos. Me miró. Y sus ojos se encendieron de deseo.
Me acerqué despacio, y me tumbé con el en la cama, recostada. El paseó sus ojos por cada rincón de mi cuerpo, mientras me acariciaba, despacio, como si no llegara a creer lo que estaba sucediendo. Siguió acariciándome, siguiendo cada caricia por un beso, pequeño, dulce, suave. Sus manos desabrocharon el sujetador, dejando mis pequeños pechos erguidos, excitados, al descubierto. Se acercó y comenzó a besarlos, chuparlos, cogerlos con sus manos, primero despacio, luego más deprisa, apretujándolos uno contra otro. Mi cuerpo acompañaba a su deseo, y mis manos se deslizaron por todo su cuerpo, recorriéndolo, y comprobando lo excitado que estaba. Tenía su polla enorme, mojando el calzoncillo y gritando salir de allí para introducirse dentro de mi.
Nos quitamos toda la ropa, y seguimos besándonos, la noche se hizo deliciosa…

Lo recordé todo, abrí los ojos, y miré a mi alrededor. Seguía en la habitación de Salva. Tres condones usados se encontraban en el suelo. Salva, desnudo, como yo, a mi lado. Mi cuerpo estaba estremecido, por la pasión de la noche, por el placer que había tenido durante toda la noche.
Lentamente, me levanté. Recogí mi ropa interior de la habitación, recorrí el pasillo, recogiendo la falda y la blusa… y entré en la habitación de Antonio.
Seguía durmiendo, dejé la ropa en la silla, y me tumbé a su lado.
Ni siquiera se dio cuenta. Me abrazó instintivamente, y me dejé acurrucar.
Salva todavía trotaba sobre mi, sentía su olor y su sabor sobre mis labios, recordaba su polla en mi boca, tan buena, tan rica y tan dura. Sentía todavía su deseo, por mi cuerpo, por sorber cada poro de mi.
Miré de nuevo a Antonio, y le desperté. Somnoliento, abrió los ojos, descubriendo mi mirada de deseo por el. Hicimos el amor, tenía que quitarme ese olor y sabor de Salva… porque si no… me penetraría, inundaría mis sentidos, y… no querría estar con Antonio nunca más…

5 comentarios:

El Profe dijo...

Joder, Crizti, buen regreso a las Salidas, si señora... ¿3 condones? Madre mía, qué máquina... Listón más que alto!!!

Besos Húmedos

laceci dijo...

Joder criztina, te tenías que haber llevado los 3 condones junto con la ropa!!

;-)

besos guapa!

vitalidad dijo...

Precioso el post. Un besazo,

Efrain 67z dijo...

Creo que no estoy en posicion de criticarte, pero si se me hizo una chingadera(no se como le digan en España) lo que hiciste..Por otra parte fantastica historia..Saludos.

Humbert dijo...

siempre lo prohibido sabe mejor.
morbo satisfecho.
la visita, un placer.